Laura Tecitor - SOBREVIVIENTE DE LEUCEMIA
Mi nombre es Laura Tecitor y quiero compartir mi historia.
Vengo de una familia donde el deporte es un culto y una filosofía de vida.
Mi abuelo fue ciclista y de él herede la pasión por el deporte.
Siempre me gusto correr y lo practico habitualmente desde mi adolescencia.
Si hay algo que me caracterizo siempre es tener muchas actividades y en aquel momento, tenía las cotidianas de mi familia, estudiaba y como deporte salía a correr.
Me fui dando cuenta que en mi entrenamiento ya no rendía como siempre, me cansaba y fui bajando la rutina, adjudicando el cansancio al stress. Paulatinamente fueron apareciendo otros síntomas como hematomas, resfríos muy seguidos y el cansancio ya mencionado. En un principio todos ellos los fui enmascarando con otras cosas, por ignorancia en el tema o por miedo de enfrentarme a lo que no quería.
En enero del 98 me diagnosticaron Leucemia Mieloblástica Aguda y realmente cuando me dieron el diagnostico no lo podía creer. Si bien hacia un tiempo me sentía rara y tenía una serie de síntomas que se enmascaraban con otras cosas, sabia en lo profundo del alma que algo me estaba sucediendo. Siempre fui muy intuitiva y esa intuición me decía que algo no andaba bien. Comencé a hacer consultas con médicos y al principio me trataban por stress, al no mejorar mi estado físico, seguí insistiendo hasta que un medico de medicina general que ya me conocía, solo de verme entrar al consultorio me dijo “estas con una anemia galopante” y me manda inmediatamente un hemograma, con el cual me diagnostican la Leucemia. En la mañana del 7 de enero, me hago el hemograma y esa misma tarde me llaman del laboratorio avisándome que el resultado estaba pronto, cosa que me alerto bastante. Cuando llego a retirar el resultado, un medico estaba esperando para hablar conmigo y muy sutilmente me dijo que las cosas no estaban bien, que visitara de inmediato a mi medico porque me tenían que internar para seguir haciendo estudios. En ese momento supe que mi intuición se hacia realidad, el medico seguía hablando y yo parecía sorda, una película pasaba por mi cabeza con un sinfín de pensamientos, no puedo trasmitir con palabras lo que sentí en ese momento. Afuera en el auto, me esperaba Miguel mi esposo y mi hijo Nico que en ese momento tenia 12 años. Totalmente shoqueada entre en el auto como una zombi sin poder emitir palabra. Al notarme tan extraña, Miguel me pregunta ¿qué pasa? Y tratando de proteger a Nico, lo miro y con la mirada le dije todo, en ese momento pasamos a ser dos zombis. Cuando miro hacia atrás y veo la carita de Nico que no entendía nada, me vino como una euforia y saque fuerzas de no se donde y me di cuenta que estaba comenzando una batalla donde tenia que ser la vencedora. No sabía aun con que armas iba a luchar pero sabía que mi rival estaba ahí y tenía que derrotarla. En el proceso del tratamiento mi rival paso a ser mi amiga, hasta que se fue, dejando un sin fin de aprendizajes y logre darme cuenta que a eso vino, a enseñarme!
En ese momento tan dramático y limite, el solo pensar que no iba a poder ver crecer a mi hijo, me dio las fuerzas suficientes como para que hoy este relatando este testimonio.
Esa misma noche me estaba internando para comenzar el tratamiento y antes de irme me dispuse a hablar con Nico. No le quería mentir pero a su vez quería que todo aquello fuera lo menos perjudicial para él.
Así que, los dos parados, tomándolo por los hombros y mirándolo a los ojos le dije “mami tiene una enfermedad grave en la sangre, me van a internar. Quiero que sepas que voy a luchar con todas mis fuerzas para curarme y pase lo que pase no me voy a rendir, te quiero mucho y sos lo mas grande que me paso en la vida”. No me dijo nada y me lo dijo todo con su mirada profunda, triste y sus ojitos humedecidos por lágrimas que nunca cayeron, pero, a su vez con una fuerza entrañable trasmitiendo todo su amor. Luego me dio un abrazo que hasta el día de hoy me dan fuerzas para seguir viviendo. Estando internada en su primera visita al sanatorio me llevo de regalo un Jesucristo en la cruz, hecho por él, con servilletas de papel. El gesto fue grandioso y el significado aun mas.
Con el amor y apoyo incondicional que me brindo Miguel, mi esposo, tratando de ser lo mas fuerte posible y creyendo en mis ganas de vivir, mi hijo con su dialogo silencioso lleno de amor y símbolos, el amor de mi familia, con el cariño inagotable de mis amigos que nunca faltaron, con la sabiduría, tenacidad y dedicación del equipo medico, la atención y paciencia del personal de enfermería, la delicadeza del personal auxiliar y no me quiero olvidar de nadie, con todos ellos pude formar un equipo en el cual me apoye y me ayudo a hoy estar viva y curada.
Cuando prácticamente estaba todo perdido y las posibilidades de vida eran de un 30 %, de ese 30% me aferre y hoy estoy curada.
No fue fácil, pero lo que quiero trasmitir es que se puede y si tomamos lo positivo de cualquier situación, aunque sea muy pequeña se puede ganar la batalla, esta en nosotros mismos y la elección es nuestra. Estoy convencida que nada pasa por casualidad, todo tiene un porque y sin ser conformistas, tenemos que aceptar todo lo que nos pasa y buscar cual es el aprendizaje que nos deja cada experiencia vivida.
Soy una agradecida de la vida, me dio otra oportunidad y trato de aprovecharla lo mejor posible, teniendo una postura positiva y disfrutando todo y cada día como si fuese el ultimo. Se que en la vida no hay recetas, cada uno y a su manera las va confeccionando con sus ingredientes. La mía funciono y cuando es necesario la trasmito a todo aquel que este pasando por un momento difícil. El poder ayudar a otros con nuestra experiencia de sobrevivientes es una necesidad del alma y al hacerlo devolvemos parte de lo que nos fue brindado.
Gracias a Livestrong por abrirme las puertas y permitirme formar parte de esta noble causa creada por Lance Amstrong!!!
LIVESTRONG POR SIEMPRE!!!