Testimonio Sobreviviente - Verónica Aharonian
Me llamo Verónica y tengo 27 años. Fui diagnosticada con linfoma de Hodgkin en octubre de 2008, con 24 años. Esta es mi historia:
Todo comenzó en noviembre de 2006, cuando jugando al voley me caí y sentí un tirón del lado izquierdo del cuello, como si me hubiera desgarrado un músculo o algo.
Al otro día se me había formado tremendo hematoma, que estuvo casi durante dos semanas, pasando por todos los colores. No le di importancia, todo se asociaba a la caída. El color del “hematoma” se fue; lo único que no se fue fue un bulto que se me había formado (que todavía creíamos que era producto del hematoma), por lo cual, y por no dolerme, no le di importancia.
Por mediados de 2008 era el festejo de cumple de 15 de mi hermana, y por algo tan vanidoso como un vestido, fui al hospital, con todas las intenciones de que me hicieran una cirugía plástica.
Luego de casi 2 meses de vueltas, me dieron pase para cirujano general porque el cirujano plástico (que me iba a operar, no estaba seguro de que fuera un hematoma).
La cirujana general cuando me vio, me dijo: “Esto no es un hematoma” y me mandó hacerme una punción y una tomografía computada. Yo le dije“ok”, pero jamás se me ocurrió la que se me estaba viniendo. Eso fue a mediados de setiembre de 2008.
Tuve los resultados a fines de setiembre pero recién fui a ver a la cirujana a mediados de octubre, la cual cuando vio los resultados me mandó internar de urgencia para hacer una biopsia. El resultado de la tomografía decía: “Posible Linfoma”. Yo en ese momento no tenía idea qué era un Linfoma. Ese día me había acompañado mi padre, que algo entiende de medicina, y le preguntó a la cirujana si era “Linfoma de Hodgkin” y ella le contestó: “Ojalá”.
Obviamente la biopsia dio positivo para Linfoma de Hodgkin…yo no entendía nada, no quería pensar, no podía pensar…
Antes de comenzar el tratamiento, que eran 12 series de quimioterapia, una cada 15 días, me hicieron bastantes estudios. Me pusieron un porth-a-cat, que es por donde me pasaron la quimio, para no tener que estar reventándome las venas todo el tiempo, porque además de la quimio yo tenía que sacarme sangre todas las semanas. A su vez me hicieron una laparoscopía para sacarme un pedazo de corteza de un ovario por si llegaba a quedar infértil por la quimio, por lo que, al colocarme la corteza, el ovario comenzaría de nuevo a funcionar.
Me descubrieron el cáncer en la fase tres (siendo la fase cuatro la peor). El cáncer me había tomado varios ganglios, del cuello y del mediastino, y me había tomado el bazo, no me había llegado a tomar la médula ósea (esa sería la fase cuatro). Para determinar si la médula estaba comprometida o no me realizaron una biopsia, con anestesia local. El dolor fue indescriptible.
Mi hematóloga tratante me dijo que tenía dos formas de ver mi enfermedad: el vaso medio lleno o medio vacío. Era cáncer sí, pero que era el menos malo de todos. Que tenía el 80% de chances de sobrevivencia, pero que también tiene la misma probabilidad de recurrencia. Que recién si a los cinco años no recaía, me daban el “alta”.
La primer serie de quimioterapia (la que me dieron a mí es supuestamente una de las más suaves, llamada “ABVD”) fue el 29 de noviembre de 2008. Para dármela me internaron para ver cómo reaccionaba. Vomité durante una semana, sin comer y sin casi tomar agua. Sentía todos los olores, hasta el más mínimo,le sentía el aliento a las personas aunque estuvieran a 3 metros de mí.
Nunca la había pasado tan mal o sufrido tanto en la vida. No entendía nada, lógicamente nada tenía sentido para mí.
Hubo semanas que la quimio no me hizo sentir tan mal, pero otros que me destruyó. La caída del pelo fue un shock importante, en ese momento, pero recién a los 3 meses fue que empecé a usar peluca porque se había empezado a notar.
Recuerdo tal cual una noche como si fuera ayer, que había tenido un serie de quimio un viernes, era sábado de noche y todavía no podía comer, tomaba agua y vomitaba, no podía dormir del dolor, y recuerdo verle la cara de impotencia a mi madre, ella no sabía qué hacer, no sabía cómo ayudarme, y se le notaba en la cara…Esa expresión, nunca la voy a olvidar…
Nunca me había sentido tan sola en el mundo como cuando estuve con el tratamiento, si bien estaba rodeada de gente (mi familia y mis amigas fueron las personas que me ayudaron a salir adelante), no tenía a nadie con quién charlar sobre el tema, que me entendiera y comprendiera (alguien que estuviera pasando o haya pasado lo mismo que uno).
Mis padres me mandaron a una psicóloga médica, que si bien yo estaba medio renuente a ir, hoy por hoy puedo decir que me ayudó a mí a poder comunicarme con mi familia, porque ellos no me entendían, no sabían cómo ayudarme y yo no sabía qué decirles, cómo decirles lo que yo quería o no quería sin que se sintieran “heridos”, por decirlo de alguna forma. Obviamente que mis padres también tuvieron consulta con ella, al igual que mis hermanas.
Hasta que tuve la suerte de reencontrarme con un ex compañero de trabajo, que me contó que él había tenido cáncer de testículo con metástasis en el hígado y había salido adelante. En ese momento hacía dos años que él había terminado con el tratamiento. Él fue quien me dio ánimo, mi punto de referencia, yo dije: “Si él pudo, yo también voy a poder”. Fue mi contención, nadie me entendía como él.
A mediados de 2009, para saber si me había “curado” o no, tuve que ir a Buenos Aires a hacerme el famoso “PET”; por suerte dio negativo. Ese día sentí que nacía de nuevo.
Pero cuando yo llegaba con mi buena noticia, por otro lado mi amigo también se había hecho el PET, pero no tuvo la misma suerte. A fines del 2009 él comenzó con la quimioterapia otra vez, porque la metástasis en el hígado había vuelto…
A mediados de 2010 le cortaron la quimio porque los valores le habían vuelto a la normalidad. En ese momento yo estaba volviendo de un viaje.
Yo me había enterado del grupo por de Livestrong por Facebook: primero por el grupo de Estados Unidos, y luego vi que una amiga se había unido al grupo “Livestrong Uruguay”, y también me uní. Todo esto una vez ya habiendo terminado con el tratamiento.
Luego de haber pasado por todo lo que pasé, cambié la forma de ver las cosas, o por lo menos creí que lo había hecho. Tenía ganas de ayudar a otros que estuvieran pasando por lo mismo, pero no sabía cómo. Por el grupo del facebook me enteré del evento que iban a hacer el sábado 2 de octubre en la rambla, y con mi amigo decidimos ir, y me acompañó una de mis hermanas.
En ese momento no tuve valor para acercarme (soy bastante tímida) y siempre le dije a mi amigo: “Quiero involucrarme en el grupo”, y él me decía:“Dale, ¿qué estás esperando?”.
A fines del 2010 a los dos nos coincidieron los controles (yo tengo que hacerme análisis de sangre cada tres meses). A mí me dio todo bien, pero lamentablemente a él no. Lo tuvieron que internar y un día yo lo fui a visitar y me preguntó si me había contactado con la gente de LIVESTRONG, y yo le dije que todavía no, pero que cuando él saliera de ésta nos contactábamos los dos.
Mi amigo falleció el 8 de febrero de 2011. Lloré sin parar durante 2 días, hasta que me di cuenta que estaba tocando fondo, por lo que, casi sin pensarlo, me puse en contacto con la creadora y contacto del grupo, Laura, y le conté la situación. Me pasó el link para hacerme promotora, hice el curso, y acá estoy.
Yo renací dos veces: la primera fue cuando el resultado del PET dio negativo y la segunda fue cuando falleció mi amigo.
Me di cuenta que en la vida no hay nada que no tenga solución menos la muerte. Todos los “problemas” que puedan ser resueltos con dinero o tiempo, no son problemas, sino tan sólo obstáculos.
Cuando terminé con el tratamiento y el PET dio negativo, yo tuve otra actitud frente a la vida pero, lamentablemente, uno siempre vuelve a la rutina, porque la sociedad lo exige y uno no puede “rebelarse”. Me había descarrilado un poco, estaba medio deprimida, no tenía ganas de nada. Tuvo que fallecer mi amigo para que yo despertara con el cachetazo.
En cierta forma agradezco haber tenido cáncer. Me hace la persona que soy hoy en día, que no varía sustancialmente a la que era antes, pero que aprendió a priorizar las cosas de la vida y darle la importancia que cada una merece.
Hoy por hoy ya voy dos años en remisión, quedan tres para que me den el alta. Cada tres meses tengo hacerme controles de sangre (y siempre son los mismos nervios y temor de siempre), y ahora las tomografías pasaron a ser anuales (hasta hace poco eran cada 6 meses). Por otro lado, todavía tengo el porth-a-cat (el cual no va a ser removido hasta que tenga el alta oficial) y para que no se infecte y lo tengan que sacar, tengo que ir a que me lo limpien cada dos meses (le pasan suero).
El cáncer me quitó a un amigo y me afectó a mí personalmente, pero a raíz de éste he conocido a estas personas extraordinarias, las cuales seguramente no habría conocido de no haber tenido cáncer.
Me uní al grupo porque puedo y quiero ayudar a la gente desde mi experiencia, tanto contando mi historia a personas pasando por esto, como tratando de generar consciencia en la población, apostando a la prevención y que cuando uno encuentra algo extraño en su cuerpo, que vaya al médico. Más vale prevenir que curar.
A su vez, a mí me habría encantado haber tenido la posibilidad de contar con un grupo como LIVESTRONG durante mi tratamiento, pero si lo pienso bien, mi amigo fue quien cumplió ese papel.
Por él y por todas las personas que perdieron la batalla, hay que pelearla hasta el final.
Todo comenzó en noviembre de 2006, cuando jugando al voley me caí y sentí un tirón del lado izquierdo del cuello, como si me hubiera desgarrado un músculo o algo.
Al otro día se me había formado tremendo hematoma, que estuvo casi durante dos semanas, pasando por todos los colores. No le di importancia, todo se asociaba a la caída. El color del “hematoma” se fue; lo único que no se fue fue un bulto que se me había formado (que todavía creíamos que era producto del hematoma), por lo cual, y por no dolerme, no le di importancia.
Por mediados de 2008 era el festejo de cumple de 15 de mi hermana, y por algo tan vanidoso como un vestido, fui al hospital, con todas las intenciones de que me hicieran una cirugía plástica.
Luego de casi 2 meses de vueltas, me dieron pase para cirujano general porque el cirujano plástico (que me iba a operar, no estaba seguro de que fuera un hematoma).
La cirujana general cuando me vio, me dijo: “Esto no es un hematoma” y me mandó hacerme una punción y una tomografía computada. Yo le dije“ok”, pero jamás se me ocurrió la que se me estaba viniendo. Eso fue a mediados de setiembre de 2008.
Tuve los resultados a fines de setiembre pero recién fui a ver a la cirujana a mediados de octubre, la cual cuando vio los resultados me mandó internar de urgencia para hacer una biopsia. El resultado de la tomografía decía: “Posible Linfoma”. Yo en ese momento no tenía idea qué era un Linfoma. Ese día me había acompañado mi padre, que algo entiende de medicina, y le preguntó a la cirujana si era “Linfoma de Hodgkin” y ella le contestó: “Ojalá”.
Obviamente la biopsia dio positivo para Linfoma de Hodgkin…yo no entendía nada, no quería pensar, no podía pensar…
Antes de comenzar el tratamiento, que eran 12 series de quimioterapia, una cada 15 días, me hicieron bastantes estudios. Me pusieron un porth-a-cat, que es por donde me pasaron la quimio, para no tener que estar reventándome las venas todo el tiempo, porque además de la quimio yo tenía que sacarme sangre todas las semanas. A su vez me hicieron una laparoscopía para sacarme un pedazo de corteza de un ovario por si llegaba a quedar infértil por la quimio, por lo que, al colocarme la corteza, el ovario comenzaría de nuevo a funcionar.
Me descubrieron el cáncer en la fase tres (siendo la fase cuatro la peor). El cáncer me había tomado varios ganglios, del cuello y del mediastino, y me había tomado el bazo, no me había llegado a tomar la médula ósea (esa sería la fase cuatro). Para determinar si la médula estaba comprometida o no me realizaron una biopsia, con anestesia local. El dolor fue indescriptible.
Mi hematóloga tratante me dijo que tenía dos formas de ver mi enfermedad: el vaso medio lleno o medio vacío. Era cáncer sí, pero que era el menos malo de todos. Que tenía el 80% de chances de sobrevivencia, pero que también tiene la misma probabilidad de recurrencia. Que recién si a los cinco años no recaía, me daban el “alta”.
La primer serie de quimioterapia (la que me dieron a mí es supuestamente una de las más suaves, llamada “ABVD”) fue el 29 de noviembre de 2008. Para dármela me internaron para ver cómo reaccionaba. Vomité durante una semana, sin comer y sin casi tomar agua. Sentía todos los olores, hasta el más mínimo,le sentía el aliento a las personas aunque estuvieran a 3 metros de mí.
Nunca la había pasado tan mal o sufrido tanto en la vida. No entendía nada, lógicamente nada tenía sentido para mí.
Hubo semanas que la quimio no me hizo sentir tan mal, pero otros que me destruyó. La caída del pelo fue un shock importante, en ese momento, pero recién a los 3 meses fue que empecé a usar peluca porque se había empezado a notar.
Recuerdo tal cual una noche como si fuera ayer, que había tenido un serie de quimio un viernes, era sábado de noche y todavía no podía comer, tomaba agua y vomitaba, no podía dormir del dolor, y recuerdo verle la cara de impotencia a mi madre, ella no sabía qué hacer, no sabía cómo ayudarme, y se le notaba en la cara…Esa expresión, nunca la voy a olvidar…
Nunca me había sentido tan sola en el mundo como cuando estuve con el tratamiento, si bien estaba rodeada de gente (mi familia y mis amigas fueron las personas que me ayudaron a salir adelante), no tenía a nadie con quién charlar sobre el tema, que me entendiera y comprendiera (alguien que estuviera pasando o haya pasado lo mismo que uno).
Mis padres me mandaron a una psicóloga médica, que si bien yo estaba medio renuente a ir, hoy por hoy puedo decir que me ayudó a mí a poder comunicarme con mi familia, porque ellos no me entendían, no sabían cómo ayudarme y yo no sabía qué decirles, cómo decirles lo que yo quería o no quería sin que se sintieran “heridos”, por decirlo de alguna forma. Obviamente que mis padres también tuvieron consulta con ella, al igual que mis hermanas.
Hasta que tuve la suerte de reencontrarme con un ex compañero de trabajo, que me contó que él había tenido cáncer de testículo con metástasis en el hígado y había salido adelante. En ese momento hacía dos años que él había terminado con el tratamiento. Él fue quien me dio ánimo, mi punto de referencia, yo dije: “Si él pudo, yo también voy a poder”. Fue mi contención, nadie me entendía como él.
A mediados de 2009, para saber si me había “curado” o no, tuve que ir a Buenos Aires a hacerme el famoso “PET”; por suerte dio negativo. Ese día sentí que nacía de nuevo.
Pero cuando yo llegaba con mi buena noticia, por otro lado mi amigo también se había hecho el PET, pero no tuvo la misma suerte. A fines del 2009 él comenzó con la quimioterapia otra vez, porque la metástasis en el hígado había vuelto…
A mediados de 2010 le cortaron la quimio porque los valores le habían vuelto a la normalidad. En ese momento yo estaba volviendo de un viaje.
Yo me había enterado del grupo por de Livestrong por Facebook: primero por el grupo de Estados Unidos, y luego vi que una amiga se había unido al grupo “Livestrong Uruguay”, y también me uní. Todo esto una vez ya habiendo terminado con el tratamiento.
Luego de haber pasado por todo lo que pasé, cambié la forma de ver las cosas, o por lo menos creí que lo había hecho. Tenía ganas de ayudar a otros que estuvieran pasando por lo mismo, pero no sabía cómo. Por el grupo del facebook me enteré del evento que iban a hacer el sábado 2 de octubre en la rambla, y con mi amigo decidimos ir, y me acompañó una de mis hermanas.
En ese momento no tuve valor para acercarme (soy bastante tímida) y siempre le dije a mi amigo: “Quiero involucrarme en el grupo”, y él me decía:“Dale, ¿qué estás esperando?”.
A fines del 2010 a los dos nos coincidieron los controles (yo tengo que hacerme análisis de sangre cada tres meses). A mí me dio todo bien, pero lamentablemente a él no. Lo tuvieron que internar y un día yo lo fui a visitar y me preguntó si me había contactado con la gente de LIVESTRONG, y yo le dije que todavía no, pero que cuando él saliera de ésta nos contactábamos los dos.
Mi amigo falleció el 8 de febrero de 2011. Lloré sin parar durante 2 días, hasta que me di cuenta que estaba tocando fondo, por lo que, casi sin pensarlo, me puse en contacto con la creadora y contacto del grupo, Laura, y le conté la situación. Me pasó el link para hacerme promotora, hice el curso, y acá estoy.
Yo renací dos veces: la primera fue cuando el resultado del PET dio negativo y la segunda fue cuando falleció mi amigo.
Me di cuenta que en la vida no hay nada que no tenga solución menos la muerte. Todos los “problemas” que puedan ser resueltos con dinero o tiempo, no son problemas, sino tan sólo obstáculos.
Cuando terminé con el tratamiento y el PET dio negativo, yo tuve otra actitud frente a la vida pero, lamentablemente, uno siempre vuelve a la rutina, porque la sociedad lo exige y uno no puede “rebelarse”. Me había descarrilado un poco, estaba medio deprimida, no tenía ganas de nada. Tuvo que fallecer mi amigo para que yo despertara con el cachetazo.
En cierta forma agradezco haber tenido cáncer. Me hace la persona que soy hoy en día, que no varía sustancialmente a la que era antes, pero que aprendió a priorizar las cosas de la vida y darle la importancia que cada una merece.
Hoy por hoy ya voy dos años en remisión, quedan tres para que me den el alta. Cada tres meses tengo hacerme controles de sangre (y siempre son los mismos nervios y temor de siempre), y ahora las tomografías pasaron a ser anuales (hasta hace poco eran cada 6 meses). Por otro lado, todavía tengo el porth-a-cat (el cual no va a ser removido hasta que tenga el alta oficial) y para que no se infecte y lo tengan que sacar, tengo que ir a que me lo limpien cada dos meses (le pasan suero).
El cáncer me quitó a un amigo y me afectó a mí personalmente, pero a raíz de éste he conocido a estas personas extraordinarias, las cuales seguramente no habría conocido de no haber tenido cáncer.
Me uní al grupo porque puedo y quiero ayudar a la gente desde mi experiencia, tanto contando mi historia a personas pasando por esto, como tratando de generar consciencia en la población, apostando a la prevención y que cuando uno encuentra algo extraño en su cuerpo, que vaya al médico. Más vale prevenir que curar.
A su vez, a mí me habría encantado haber tenido la posibilidad de contar con un grupo como LIVESTRONG durante mi tratamiento, pero si lo pienso bien, mi amigo fue quien cumplió ese papel.
Por él y por todas las personas que perdieron la batalla, hay que pelearla hasta el final.